Lograr que los empleados innoven no es una meta fácil de alcanzar. La innovación requiere de tiempo y espacio para fomentar la creatividad, de una visión holística de los procesos y metodologías, del empoderamiento de los empleados para poder tomar decisiones y proponer ideas nuevas y, sobre todo, de la motivación para mejorar las cosas. Esta última variable es la más difícil de lograr y mantener constante.
El juego de las variables de la innovación.
Claro que todas las aristas que nombramos se cruzan e interrelacionan entre sí. Podemos trabajar arduamente en la motivación de los empleados pero, si al mismo tiempo no los empoderamos para que sus ideas puedan avanzar, la frustración al ver sus proyectos truncos, el rechazo o la falta de recepción, lograrán rápidamente que toda la labor se vea afectada de manera negativa. La innovación requiere también de cierta agilidad para abrazar los cambios y flexibilidad para romper viejas con viejas costumbres y estructuras. Se hace necesario un cambio cultural que integre a todas las áreas de la empresa, de manera horizontal y transversal.
Los problemas a la hora de innovar.
Las pirámides jerárquicas de las organizaciones tradicionales, en las que los procesos de innovación atraviesan grandes barreras burocráticas y presupuestarias, terminan dificultando la transferencia de ideas y conocimientos. El filtro que se genera logra diezmar las propuestas y desmotivar los intentos. La presión sobre el éxito o el fracaso produce un efecto similar. Nadie se anima a innovar si no existe lugar para el error.
En muchas empresas han pensado que la solución es incorporar especialistas en el tema, áreas de Innovación y Desarrollo, o incluso de I + D + I (Investigación, Desarrollo e Innovación). Pero, al no atravesar el cambio a toda la empresa, las iniciativas siguen encontrándose con las mismas barreras tradicionales previas a la existencia de estos nuevos sectores especializados.
De hecho, los frenos ante la innovación también logran desmotivar en otros aspectos a los empleados. Los millennials y la generación Z necesitan trabajar por un propósito, lograr cambios que impacten en la sociedad, en el medio ambiente, hacerse dueños de sus emprendimientos, y levantar banderas de diferentes causas. Si no tienen este espacio, simplemente buscan empresas donde sí encuentren la posibilidad.
¿Cómo lograr la innovación?
Los miedos se solucionan mirando hacia afuera. Al ver cómo trabajan otras empresas, sus resultados y los beneficios que han incorporado, se apaciguan las preocupaciones.
Al intercambiar, cuando realizamos networking, aprendemos de otros y fomentamos la aparición de nuevas ideas en conjunto, nos mejoramos unos a otros.
Trabajar desde las áreas de RRHH en que la empresa deje de penalizar los errores y juzgar a las personas por sus ideas u opiniones, resulta fundamental. Proveer un apalancamiento al empleado o el equipo innovador, para que sus ideas lleguen a buen término, o colaboren alimentando otras, es también importante. Involucrarnos en el plan de acción de cada idea, en su retorno de inversión y en su impacto a nivel organizacional, puede ayudar a canalizar esfuerzos y lograr resultados. Y mantener siempre un mantra: Que nada se pierda, que nada se rechace. A la innovación la logramos entre todos: construimos de manera colectiva y colaborativa.