Historia de los incentivos

Historia de los incentivos

Incentivos por productividad

¿A quién se le ocurrió por primera vez que eran necesarios incentivos para motivar a los trabajadores? ¿Quién pensó originalmente en otorgar beneficios adicionales a quienes mejores resultados obtenían? La historia se remonta a fines del siglo XIX, cuando las empresas comenzaron a buscar maneras de mejorar la productividad, aumentando los márgenes de ganancias. Fue Taylor (Frederick) quien inicialmente sugirió una teoría de incentivos económicos. Y Taylor no fue el único Frederick en hablar de la motivación, el psicólogo Frederick Herzberg decía que esta última incluye también sentimientos: de realización, de crecimiento, de reconocimiento profesional. Por eso, hoy en día, podemos encontrar una gran gama de beneficios e incentivos para empleados,que van más allá de una gratificación económica.

Para Víctor Vroom, cada esfuerzo que un humano realiza lo hace con la expectativa de determinado éxito. En esta afirmación basa su Teoría de las Expectativas. De esta manera, estamos hablando de una expectativa de tipo “instrumental”: confío en que realizando tal o cual cosa de tal manera, esa acción me sirve de instrumento para alcanzar lo que me propongo. Así también, mi motivación es mayor cuanto más puedo conseguir a través de la acción. Es decir que mis acciones y esfuerzos serán directamente proporcionales a los que pueda obtener con ellos. Según Vroom, la motivación también depende del porcentaje de probabilidad de lograr mis objetivos. Si las probabilidades son bajas, aunque el premio final sea lo que yo ansío, mi motivación no será muy alta. Nos encontramos con una ecuación del siguiente tipo:

Grado de Motivaci?n = Valor de la recompensa + Posibilidades de logro

La teoría ERC de Alderfer, plantea superando a la de Maslow, que las necesidades que nos motivan varían de acuerdo a la persona, sus características y diferencias individuales. La educación, la cultura, los antecedentes familiares y el contexto de cada persona puede influir de manera diferente en sus objetivos. Por eso quizás para culturas orientales las necesidades sociales vienen primero que las fisiológicas, por ejemplo. Alderfer separa las motivaciones en E (existencia) R (relación) y C (crecimiento).

Lejanos estamos ya a la teoría de Taylor, que se delineó pensando en el modelo conceptual de “hombre económico” cuyo único objetivo es el dinero (un mejor salario, bonos, etc.). Entenderemos mejor este concepto si pensamos en el dibujo del hombre con la zanahoria, una simplificación “mecanicista” del funcionamiento de los incentivos. Agradecemos que hoy en día hayamos entendido la complejidad del ser humano y sepamos que la motivación no se logra simplemente con poner una zanahoria delante de cada persona, sino que es necesario trabajar en programas integrales durante todo el camino del empleado junto a la empresa en la que se desempeña